A la mañana siguiente desperté en el suelo y no me podía levantar ya que noté que el brazo derecho lo tenía inmovilizado y me costaba más levantarme.
Llamé a gritos a mi amigo que se había dormido en el sofá y al bajar las escaleras y mirarme se quedó tan asombrado que por poco no se cae al suelo, me ayudó a levantarme y no me quiso explicar qué me pasaba.
Me llevó ante el espejo y al verme me quedé en un estado de shock porque me había crecido un tercer brazo a partir del brazo derecho.